Sin duda alguna, uno de los grandes misterios de la obra de Edward Bach es llegar a saber cómo descubrió los distintos patrones sanadores en las plantas, y el por qué eligió unas especies vegetales en detrimento de otras. La observación de la signatura de las plantas del sistema nos lleva a admitir que todos y cada uno de los patrones descritos por el doctor Bach pueden leerse, literalmente, a través de la observación empírica y el estudio profundo de cada una de las especies vegetales a partir de las cuales preparó sus esencias. Existe una correspondencia oculta en las plantas que no es demostrable a los sentidos, y que es independiente de cualquier modo especial de preparación.La forma general de una planta es una fuerza notable de organización y de emanación energética. Estos “gestos” de las plantas también se reflejan en el cuerpo y en la psique humanos.
Vemos, por ejemplo, en el Sistema Floral de California (FES), como Snapdragon (Dragoncito) con su forma de boca, trabaja sobre la tensión bucal y la mandíbula; conductas en el comer, morder o hacer chasquidos con la boca que surgen de una energía agresiva mal dirigida y desplazada.
En su tratado fundamental «Sánate a tí mismo» el Dr. Bach indicó que la fuente de toda sanación es la naturaleza en sí misma: “Entre los tipos de remedios que se utilizarán estarán los que se obtienen de las plantas y de las hierbas más hermosas que se encuentran en lo botica de la Naturaleza; plantas divinamente enriquecidas con poderes curativos para el cuerpo y la mente del hombre.”
En la práctica de la medicina moderna encontramos un enfoque basado en los síntomas físicos externos y la selección del tratamiento halopático o quirúrgico necesarios para suprimir, enmascarar o contrarrestar tales síntomas. Este paradigma médico, donde el método basado en la ecuación síntoma-remedio, es omnipresente en la cultura contemporánea. Sin embargo, la terapia floral genuina opera desde un paradigma de la curación completamente nuevo que implica una relación entre la identidad de la planta con la matriz cuerpo-alma de la persona. La verdadera terapia floral está destinada a ser profundamente transformacional. Por tanto, no apunta tanto a “mejorar” los síntomas externos como a impulsar a la persona más allá de su situación presente de sufrimiento o de disfunción en un camino hacia nuevos ámbitos de la conciencia y del potencial del alma.
Cuando ingerimos una esencia floral, entramos en contacto con un alma vegetal, con su razón de ser, con sus dones más elevados. Con cada absorción de información floral y la mejoría que esta nos produce, los campos mórficos almacenan estos datos energéticos y la curación de ese estado tiende con el tiempo a ser más fácil. Observando la signatura floral, vemos que las raíces de la planta nos hablan, entre otras cosas, de aquello que escondemos en nuestro interior sin ser conscientes de ello. El tallo, en cambio, en casi todas las especies están en el centro del ser, y por estar en el centro del ser vegetal lo asociamos al centro de nuestro ser egoico, a nuestra personalidad, “como somos”. Analógicamente, las hojas son los aspectos de nuestra relación con el exterior, lo que captamos y lo que expresamos. En la flor estalla la creatividad y podríamos decir que la paleta de colores de la naturaleza tiene infinitos matices. Las flores expresan la creatividad en su forma, su color y sobre todo en la producción de nuestra vida, las semillas.
Parece que existiera una polaridad vegetal en que raíz, tallo y hojas tuvieran una signatura específica con la cual podríamos identificarnos por analogía para conocernos mejor y trascender a ese estado gracias al uso de la esencia de la planta, que se extrae de la flor, el polo positivo de la planta. Si nos identificamos con las pulsiones que muestra la signatura de la parte vegetativa, probablemente las podremos trascender con el uso de la esencia de la flor correspondiente, como se observa claramente en las doce esencias tipológicas de Bach.
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